CRIMENES DE ODIO EN EL SALVADOR
Campaña Nacional Contra la Homofobia 2008

En estas notas cuando se hace alusión a “homosexual” se considera dentro de la misma definición a las poblaciones travestis, transgenero, transexual y lesbianas.
La HOMOFOBIA, (entendida como el odio, aversión , temor o prejuicio irracional contra las personas que son o parecen ser homosexuales o lesbianas) se manifiesta de diversas maneras que van desde las sutiles, tales como la omisión o el silencio, hasta la violencia criminal, pasando por la burla, el desprecio, la exclusión, la conculcación de garantías legales y civiles e incluso la internalización de todo un conjunto de percepciones negativas por parte de sus propias victimas (las lesbianas y homosexuales) y la justificación social del desprecio, discriminación o anulación de estos seres humanos.
Una vergüenza muy grave de la que todos somos responsables es la HOMOFOBIA. La lista de demonios que se han tejido alrededor de esta realidad humana no tiene límite. A los homosexuales se les ha tratado y trata como enfermos, como plaga, como degenerados. El ostracismo los persigue. Los mitos crecen: cada día son más, los transmiten a los hijos, a los alumnos, destruyen la familia. Algunos se obsesionan con la explicación genética. Para otros es como la peste. El hecho es que pasan los siglos, los milenios, y un grupo de seres humanos con opción sexual diferente sufre todo tipo de vejaciones y actos de discriminación. Que ello ocurra entre seres humanos que debieran asumirse como iguales es algo odioso y condenable. Pero aun mas grave es que el Estado mantenga preceptos homofóbicos.
Esta es una ofrenda solidaria en memoria de las victimas de la homofobia. Lo que aquí se comenta es en parte una intromisión en las vidas de tanta victima de crímenes por odio, pero es más que nada un llamado de atención hacia la apatía y la negligencia que nuestras autoridades y buena parte de la sociedad civil perciben y procesan los crímenes de odio en El Salvador. Solamente en lo que va del 2008, Fraternidad Gay sin Fronteras ha conocido de 8 asesinatos por odio a homosexuales, ninguno ha sido esclarecido por las autoridades respectivas.
La calificación de estos asesinatos como “pasionales”, contribuye a la extorción policiaca y a su desatención.
Las investigaciones solo van dirigidas a encontrar a los presuntos asesinos en el círculo íntimo de las victimas, dejando a un lado otras líneas de indagación.
Nadie quiere saber nada. Muchos padres o familiares directos no dan la cara por vergüenza. No los juzgo pero tampoco los justifico. Nos hace falta mucha calidad humana para podernos enfrentar a una sociedad que rechaza a los homosexuales. Estamos sumergidos en un mundo donde la homofobia, muchas veces nacida desde el seno familiar, a veces es mas importante que el dolor que nos causa la perdida brutal de un ser querido.
No es raro que en las pesquisas de investigación le pregunte a los amigos del asesinado “” ¿así que Ud. es la pareja del occiso?” “Así que el muerto se trata de un maricon” “¿quien se la metía a quien?” “¿Ud. y el ejercían la prostitución?”. Estas preguntas inquisitorias son una clara falta grave a los códigos de ética profesional. En muchos testimonios, a los familiares y amigos entrevistados se les hacen preguntas que denotan más el prejuicio de los agentes hacia los homosexuales que el interés por dar con las claves que lleven al esclarecimiento del crimen, ejemplo “diga cuando se entero que su hijo era homosexual, y cual fue su reacción al saberlo…”, “diga si el occiso llegaba a algún bar gay y se retiraba con otros hombres….”
En el caso de los asesinatos de homosexuales, la tarea de reconstruir la vida de la victima suele verse empañada por los prejuicios hacia esa minoría sexual culturalmente rechazada y discriminada. A los homosexuales se les prejuzga de origen. El serlo ya es condenable, pareciera como si tener una orientación sexual diferente fuera en si mismo un delito y su asesinato no fuera sino la consecuencia de esa “degeneración”, “diga si el occiso le comento alguna vez si tenia problemas con su pareja sentimental”. Así lo “pasional” se convierte en la única ruta en la investigación policial.
Pero existe otro fantasma que persigue a las investigaciones sobre crímenes de odio: el olvido. En un gran número de estas investigaciones, las pesquisas no pasan del levantamiento del cadáver, la necropsia y quizá de una que otra declaración tomada por policías a vecinos o testigos del lugar donde se hallo el cadáver. Después el interés por continuar con la investigación se queda en las buenas intenciones.
Hay muchos casos de cadáveres de travestis u homosexuales que no son reconocidos ni reclamados siquiera pos sus familiares. La vergüenza de saber que su familiar es homosexual los inhibe a exigir que el crimen se aclare. Y si a los familiares no les importa, a los agentes mucho menos. Las mismas familias son victimas de su propia homofobia.
En la mayoría de casos registrados existen al menos 3 patrones comunes que la hacen defender la argumentación de tipificación de estos crímenes de odio: los supuestos asesinos no conocían previamente a sus victimas; la feroz saña con la que son sistemáticamente victimizados; y la carencia de remordimiento en los asesinos: la prueba mas contundente del placer que provoca al homicida el deshacerse del homosexual, ese ser que inflama su odio y su rechazo.
El silencio y la escasa presión de la opinión pública para que se investigue y esclarezca este tipo de ejecuciones justifica inconscientemente a los asesinos. Incluso, el prejuicio y el repudio a la conducta homosexual llevan a culpar a la propia victima y exonerar al criminal, quien actúa con impunidad a su favor y seguro de “librar” a la sociedad de “esas lacras”.
La población homosexual, trans, tv y lésbica, no tienen aun percepción de este riesgo porque no conoce el numero real de ejecuciones hacia estas poblaciones; la crisis del vih y sida ha fijado otras prioridades de protección y atención; el daño psicológico profundo provocado por el rechazo familiar y social torna vulnerables a muchos homosexuales, quienes se sienten desvalorizados y con una autoestima muy baja, lo que los coloca en situación de desventaja frente a sus agresores.
Antes de ser asesinados, los homosexuales se ven sometidos a todo tipo de torturas: se les veja e intimida; son desnudados, atados, amordazados, golpeados, pateados, azotados contra el pavimento, apedreados, ahogados, quemados con colillas de cigarros, fósforos o encendedores; en ocasiones son mordidos hasta arrancarles pedazos enteros de piel; se les cercenan los genitales y se les desfigura el rostro con navajas o cristales de botella. Incluso algunos TS´s sufrieron violaciones por varios hombres antes de ser ejecutadas.
Lastimosamente esta bien documentado el hecho que se han estado formando en los últimos años la composición de comandos o una especie de escuadrones de la muerte dedicados a la ejecución de homosexuales. Esto en diversos países como Brasil, Colombia, Chile, Honduras y por supuesto El Salvador, desde la década de los 90´s. El modus operandi más usado para estas ejecuciones son el degollamiento y el apuñalamiento. Una gran cantidad de estas victimas fue hallada asesinada con extrema violencia y saña, lo que refleja la necesidad psicológica del victimario no solo de infligir un daño a la victima, sino de castigarlo hasta el exterminio, constituyendo una verdadera ejecución a diferencia de otros homicidios.


Podríamos utilizar 3 indicadores para registrar casos de asesinatos homosexuales:
1. POR LA FORMA DEL ASESINATO: Los crímenes cometidos por homofobia parecen seguir un patrón bien definido. El cadáver aparece desnudo, con manos y pies atados, así como golpeado, con huellas de tortura, apuñalado y/o estrangulado.
2. POR LA REDACCION DE LA NOTA: Por lo general el periodista nos informa que la victima es una persona homosexual, hombre o mujer. En el caso de los hombres, por ejemplo, alude al hecho de que el individuo vivía solo, con frecuencia era visitado exclusivamente por hombres.
3. POR LA INFORMACION DE FUENTES POLICIACAS: Se destaca la forma en que califican ciertos asesinatos, por ejemplo “procedimientos pasionales que se dan en actos de homosexuales”.
Si la iglesia católica ha sido una de las instituciones que mas ha fomentado la desinformación sobre la homosexualidad e incluso ha motivado el rechazo y odio hacia esa minoría, los medios de comunicación no se han quedado atrás. El tratamiento informativo a la hora de registrar los crímenes esta marcado por todo tipo de adjetivos despectivos y amarillistas. (Chistes sobre gays, “las taconudas “en el Salón Azul de la Asamblea Legislativa, etc.).
Los medios de comunicación lejos de llamar la atención de la sociedad, en el sentido de que los crímenes cometidos por homofobia constituyen un problema social, fundamentalmente alimentado por una sociedad que educa a sus ciudadanos de manera intolerante y con base en estereotipos, alimentan el morbo de la gente y la percepción de que solo son crímenes pasionales entre homosexuales, pretendiendo evadir con ella la responsabilidad que la misma sociedad tiene como generadora del odio homofóbico..
En el cuerpo mismo de los noticieros de comunicación corren hacia el prejuicio sin detenerse a pensar que la “valoración” que reportan sirve para la propagación del estereotipo y la fobia. Las ideas de que los homosexuales son “conflictivos” y de que la “promiscuidad” es la regla de su conducta, los dos estereotipos de las autoridades para prejuzgar estos crímenes como simples ejecuciones pasionales, ocupan buena parte de los reportes informativos. Así, en el ejercicio periodístico, como lo demuestra la homofobia misma, la primera falta ética no es solo el prejuicio hacia el homosexual, sino la fuente de la que procede: la nula conciencia y el desprecio por la integridad del individuo.